En los largos años de lucha por los derechos indígenas surge un nombre que resuena con dedicación y liderazgo: Evaristo Nugkuag Ikanan. Este destacado líder indígena peruano, miembro valioso del pueblo Awajún, ha dejado una huella imborrable en la historia al elevar el movimiento indígena a niveles internacionales.
Nugkuag no solo es un nombre, es la personificación del compromiso y la resistencia. Su trayectoria comienza en 1950, pero su impacto trasciende las décadas. Organizador incansable, fue el arquitecto detrás de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA). Su visión abarcadora no solo buscaba proteger los derechos indígenas, sino también tejer alianzas a nivel local, nacional e internacional.
El reconocimiento a su labor llegó en 1991 con la concesión del prestigioso Premio Goldman para el Medio Ambiente. Este galardón no solo honraba a Nugkuag, sino que resaltaba la importancia de su trabajo para organizar a diversos pueblos indígenas amazónicos en una fuerza unificada. El Consejo Aguaruna y Huambisa (CAH), una entidad que representaba a 45,000 habitantes de 140 comunidades, se convirtió en un testimonio tangible de sus esfuerzos.
Desde 1977 hasta 1996, Nugkuag desempeñó un papel fundamental en la construcción de puentes desde las comunidades locales hasta el escenario internacional. Su enfoque ascendente, combinado con la búsqueda de maximizar la voz indígena a nivel mundial, demostró su compromiso con la causa. Su regreso al CAH marcó una nueva fase en la que se dedicó a desarrollar estrategias alternativas de desarrollo humano para los pueblos Aguaruna y Huambisa, abordando directamente las estructuras de poder internacionales que impactan a nivel local.
El legado de Nugkuag no se limita a su labor organizativa; su impacto se siente profundamente en la protección de los derechos indígenas y la preservación del medio ambiente. Después de completar sus estudios de medicina en Lima a finales de la década de 1970, se embarcó en la misión de unir a los indígenas Aguaruna para reclamar el control de sus tierras. Su visión se expandió rápidamente al darse cuenta de las amenazas comunes que enfrentaban todos los pueblos amazónicos: la ganadería, la minería y la tala.
La formación AIDESEP en 1984 fue un hito crucial. Representando a más de 300,000 personas, AIDESEP no solo abogó por objetivos ambientales, sino que también se convirtió en un bastión para la defensa de las tierras indígenas. Nugkuag llevó su visión un paso más allá con la creación de COICA en el mismo año, la organización que unió a los pueblos indígenas de toda la Cuenca Amazónica.
La década de 1990 vio a Nugkuag liderar la COICA y construir una alianza vital entre los pueblos indígenas y la comunidad ambiental internacional. A pesar de que su mandato como presidente de la COICA expiró en 1992, su influencia persistió. Trasladándose a Ecuador, continuó forjando alianzas y asumió la presidencia de la Alianza de Ciudades Europeas y Pueblos Indígenas del Amazonas para la Protección de los Bosques Tropicales, el Clima y la Vida Humana.
Hoy, en un mundo donde la exploración petrolera y minera amenaza las tierras de los pueblos indígenas de Perú y de toda la Amazonía, recordamos y agradecemos a Evaristo Nugkuag Ikanan. Su dedicación, liderazgo y visión siguen inspirando generaciones futuras a levantar la voz por la justicia, la igualdad y la preservación de nuestro invaluable patrimonio natural y cultural. En la historia del movimiento indígena, el nombre de Evaristo Nugkuag resplandece como un faro de esperanza y cambio.