En conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género, 25 de noviembre, visibilizamos la violencia que viven las mujeres indígenas de la cuenca amazónica. Quienes además de sufrir violencia de género, son víctimas de discriminación y exclusión, enfrentado una triple vulneración de derechos por su condición de mujer, de indígena y por su clase social; situación que se agrava aun más como consecuencia de las amenazas generadas por la invasión de sus territorios.
Frente a esta problemática, más de 150 mujeres indígenas pertenecientes a los nueve países amazónicos, realizaron el pasado octubre la primera Cumbre de Mujeres Originarias de la Cuenca Amazónica, en la Casa de Pensamiento de la OPIAC en Colombia, como un espacio de encuentro, de demanda, de organización colectiva y de reivindicación.
En este espacio, mujeres de varios países, denunciaron la normalización de la violencia dentro de sus comunidades; “Me preocupa y me duele la violencia en nuestros territorios, porque el abuso sexual no es cultural, la violencia no es cultural”, Telma Taurepang, Coordinadora de la Unión de Mujeres Indígenas de la Amazonía Brasileña – UMIAB, y evidenciaron la necesidad de activar acciones impulsadas desde las mujeres originarias para frenar los diferentes tipos de violencia, incluyendo los abusos sexuales, que se viven en la Amazonía.
Y es que este problema de violencia en las comunidades ancestrales tan poco visibilizado y atendido por los Estados, se profundiza por la presencia de empresas extractivistas que marcan nuevas formas de violencia contra la mujer basadas en la explotación no solo de sus territorios, si no también de sus cuerpos. De acuerdo, al informe “Panamazonía: situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas y tribales 2019”[1] existe un incremento del 66% de sometimiento a niñas y mujeres indígenas con fines de explotación sexual, especialmente en Brasil (Belo Monte), la Guyana (Lethem) y Perú (Prto. Maldonado y Amazonas) donde han aumentado los casos de coerción, acoso y abuso por parte de los trabajadores de las empresas mineras, hidroeléctricas y petroleras.
Es tan real este problema que durante la Cumbre, llegó la terrible noticia de que la hija de una de las participantes de Colombia acababa de sufrir abuso sexual en su comunidad; este caso doloroso y atroz se daba mientras las mujeres indígenas hacían un enorme esfuerzo por salir desde sus territorios para dialogar y plantear acciones frente a estas amenazas que golpean su vida diariamente.
El aumento de las redes de trata y tráfico de personas con fines de esclavitud sexual, prostitución infantil y turismo sexual, es otra de las amenazas denunciadas en la Cumbre. Las principales víctimas son niñas indígenas, que no solo son explotadas sexualmente, sino que también son doblemente vulneradas ante el aumento de contagio de enfermedades de transmisión sexual y VIH.
Estos casos no son aislados, las cifras aumentan día con día. Basta recordar los impactos ocasionados por la pandemia de COVID19 y el incremento alarmante de la violencia contra las mujeres durante el tiempo de cuarentena.
Se estima que en 2020 se registraron 1.200 casos de violencia en Bolivia; se denunciaron 43 casos de violación sexual en Perú; aumentó en un 50% más las llamadas de emergencia de mujeres en Colombia; y en Ecuador aumentó un 40% los casos de feminicidio.
Hoy, en el Día Internacional de la Eliminación de la violencia de género, hacemos eco a las demandas y exigencias de las más de 150 mujeres indígenas de la cuenca amazónica que unidas en una Cumbre alzan su voz para frenar con la violencia.
Desde la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica – COICA, reiteramos nuestro compromiso de continuar en la lucha para emprender acciones en conjunto y desde las bases, que permitan prevenir la violencia en todas sus formas y defender los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes indígenas de los 511 pueblos de toda la cuenca amazónica. Reconocemos que es necesario unir fuerzas con todas las organizaciones nacionales en los 9 países, con los organismos de derechos humanos y toda la comunidad internacional, para enfrentar esta realidad apremiante, y generar más espacio ya que solo de esta manera podremos atacar las condiciones estructurales de sometimiento, exclusión y violencia.
Particularmente, las violencias contra las mujeres indígenas amazónicas se evidencian a través de la relación entre la presencia de empresas extractivas y el incremento de prostíbulos. El informe “Panamazonía: situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas y tribales 2019”[1] a partir del artículo No. 170 menciona que aumentó un 66% el sometimiento a niñas y mujeres indígenas con fines de explotación sexual. Se destacan los lugares como Brasil (Belo Monte), la Guyana (Lethem) y Perú (Prto. Maldonado y Amazonas) donde han aumentado los casos de coerción, acoso y abuso que involucran a los trabajadores de las empresas mineras, hidroeléctricas y petroleras.
Por otra parte, también es perturbador el aumento de las redes de trata y tráfico de personas con fines de esclavitud sexual, prostitución infantil y turismo sexual. Se estima que estas redes operan en casi todos los países de la cuenca amazónica (Ecuador, Colombia, Brasil, Perú, Bolivia y Guyana). Las principales víctimas son niñas indígenas, que no solo son explotadas sexualmente, sino que también son doblemente vulneradas ante el aumento de contagio de enfermedades de transmisión sexual y VIH.
Tristemente, vemos que los casos no son aislados. Las cifras aumentan día con día. Basta recordar los impactos ocasionados por la pandemia de COVID19 y el incremento alarmante de la violencia contra las mujeres durante el tiempo de cuarentena. Se estima que en 2020 se registraron 1.200 casos de violencia en Bolivia; se denunciaron 43 casos de violación sexual en Perú; aumentó en un 50% más las llamadas de emergencia de mujeres en Colombia; y en Ecuador aumentó un 40% los casos de feminicidio.
Según la ONU, un tercio de las mujeres del planeta ha sido víctimas de abuso sexual, agresión física, psicológica y patrimonial. Ante esta situación la pregunta es ¿Cuántas más? ¿Cuántas más de nuestras niñas, adolescentes y mujeres indígenas deben seguir pasando por esto? Ante la vista de los gobiernos, que lejos de accionar a favor de los derechos, continúan generando legislaciones y megaproyectos extractivos que aumentan el riesgo de violencia en los territorios indígenas de la cuenca amazónica.
Hoy, Día Internacional de la Eliminación de la violencia de género, frente a las demandas y exigencias de las mujeres indígenas de la cuenca amazónica que alzan su voz para decir basta de tanto abuso y violencia, desde la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica – COICA, reiteramos nuestro compromiso de continuar en la lucha para emprender acciones en conjunto y desde las bases, que permitan prevenir la violencia en todas sus formas y defender los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes indígenas de los 511 pueblos de toda la cuenca amazónica. Reconocemos que es necesario unir fuerzas con todas las organizaciones nacionales en los 9 países, con los organismos de derechos humanos y toda la comunidad internacional, para enfrentar esta realidad apremiante, ya que solo de esta manera podremos atacar las condiciones estructurales de sometimiento, exclusión y violencia.
[1] IDH. (2019). Panamazonía: Situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas y tribales de la Panamazonía. CIDH.
Escrito por: Dayán Garzón