Cada 5 de septiembre, desde hace casi 40 años, se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, fecha establecida en el marco del Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América para rendir homenaje a la lucha y demandas de las mujeres indígenas del mundo (Mongabay Latam).
En este marco, las mujeres indígenas se enfrentan a mayores desafíos que hace 40 años, a la defensa del territorio, el cambio climático y la perdida progresiva de los conocimientos ancestral se le suma la violencia política de género, en instancias internacionales y en organizaciones de base.
La violencia política de género es el resultado de la articulación de aspectos estructurales y culturales, en los ámbitos económico y de reconocimiento, en las esferas pública y privada, que operan para sostener el status quo sin modificar ni cuestionar el sistema. Colocando a las mujeres políticas en niveles de subordinación y/o reproducción de discursos y prácticas que no cuestionan la forma jerárquica y violenta de hacer política.
«En mi caso, la misoginia de 6 personas que dicen ser líderes es evidente; me atacan a mí personalmente, cuando el resultado de la disputa es por la corrupción de los hombres, y ahora que entro a ordenar la casa y a develar sus intenciones dolosas, comienzan a atacarme a través de redes sociales. El accionar de un líder no es individual, es colectivo, los líderes deben tener cuidado con lo que dicen por que hacen quedar mal a su pueblo, a sus ancestros y a las leyes de origen que honran la paridad» Fany Kuiru.
La obstrucción del ejercicio político, negando la legalidad y la legitimidad de ciertos procesos es un acto misógino, simplemente por el hecho de ser mujer, peor aún en instancias en donde la población indígena representa una minoría y el punto de inflexión para atacar al «otro».
Paolina Vercoutére: «En Ecuador está tipificada la violencia política como una de violencia de género desde 2018. Pero es necesario que esta violencia sea mejor entendida y mejor juzgada en nuestro país. Siempre nos han utilizado a las mujeres como objetos antropológicos de museo, por eso no pueden tener mayor actoría y están destinadas al cuidado de los niños y la preparación de los alimentos.»
La ruptura generacional en donde las mujeres han comenzado a tomar relevancia en el ámbito político es esperanzador para las niñas y jóvenes que buscan cambiar el status quo. La nueva generación de políticas y lideresas mujeres son las llamadas a que sus acciones incidan en políticas públicas y que aterricen en acciones reales en las organizaciones de base e internacionales.
Ati Quigua: «He vivido el desplazamiento, he vivido un continuo cúmulo de violencias históricas que han vivido todas las mujeres indígenas y que se intensifican cuando estamos en espacios políticos, esto solo para anular los derechos de las mujeres y los tratados internacionales que busca la muerte política de la mujeres.
Desde COICA hacemos un llamado al movimiento indígena, a las bases y organizaciones territoriales, a deponer comportamientos que atenten contra nuestras leyes de origen, a defender la paridad propia de nuestra cosmovisión y sistema de conocimientos; y a entender que si queremos pervivir, lo haremos entre hombres y mujeres, sin obstáculos y sin violencia.
SOMOS MUJERES ORIGINARIAS, SOMOS RESISTENCIA